-¿Que horas son? -
- Son las 10:15 Javi-
-¿Podríamos salir? Ya está oscuro-
-No creo que sea buena idea, llevo todo el día escuchando muchos gemidos por la calle, y aparte aquí tenemos todo para pasar la noche y no se acercaran a menos que hagamos ruido, así que... ¡Baja la voz! -
-Ok me voy a callar, pero quiero comer algo Gus, en verdad tengo hambre y desde que mamá no está no hemos comido más que galletas-
-Lo sé, lo sé, pero debes entender que no sé qué hacer y que, igual que tú, tengo miedo; pero también tengo hambre, bajemos por algo de comer a la cocina, sólo recuerda que hay que hablar muy bajo y solo llevaremos la linterna encendida-
-Ok, si entiendo-
Javi y Gus tomaron una linterna eléctrica en forma de quinqué que su padre había comprado hace un año para llevarlos a acampar, cosa que nunca pasó gracias al exceso de trabajo de don Luis, colocaron la intensidad de la lámpara en lo mínimo y salieron lentamente de su cuarto.
El crujir de la puerta les recordaba el poco mantenimiento que se le había dado a las bisagras, aún y cuando su madre les había indicado que, al ya ser grandes ellos podían encargarse de ese pequeño trabajo; pero nunca lo hicieron y ahora tenían una ruidosa puerta que parecía salida de una película de terror.
Bajaron lentamente la escalera, poniendo un pie en cada escalón cuidando de no tropezar, llegaron a la cocina y abrieron uno de los estantes, aquel dónde su madre guardaba las latas, fuera de eso lo único que les quedaba eran dulces y galletas. Todo lo que había en el refrigerador se les había terminado hace días y ninguno de los dos tenía experiencia como para utilizar la estufa, y ni hablar del microondas, la corriente eléctrica se había ido desde hace una semana.
Tomaron una lata de frijoles refritos y la abrieron cautelosamente jalando del anillo de la tapa; sin calentarla tomaron dos cucharas y comenzaron a comer como si fuera la comida más gloriosa que hubiesen probado.
-¿Acabaste?-
-Pues si; y aparte ¡ya no hay!- dijo Javi agitando la lata con la abertura hacia abajo.
-Bueno, hay que volver a subir, ya sabes, con cuidado y sin hacer ruido -
Gus tomó a su hermano de la mano y tomando con la otra la linterna lo comenzó a guiar hacia el cuarto de arriba.
De repente se comenzaron a escuchar unos fuertes arañazos en la puerta principal, los pequeños se quedaron paralizados y Gus bajó la intensidad de su lámpara al mínimo. Los ruidos que rascaban la madera estaban acompañados de gemidos, una notoria respiración agitada y una silueta de una cabeza que se lograba distinguir por el vitral superior que adorna la puerta.
-Gus- dijo temblorosamente Javi - hay alguien parado afuera de la casa-
-Ya vi, ya vi- contestó nerviosamente - trata de no hacer ruido, todo va a estar bien.
-Gus, se parece a papá... Pero, ¿por qué no toca, o grita o abre con sus llaves? -
-No creo que sea el, y aunque se parezca, o sea igual que papá por fuera, recuerda que ya no es él por dentro, ¿te acuerdas de lo que le pasó a mamá? -
-Sí -
-Bueno, lo mismo le ha de haber pasado a papá, así que aunque creamos que es el no podemos confiar-
Los rasguños se intensificaron y multiplicaron, al igual que las siluetas que se veían en el pórtico de los infantes. La puerta se comenzaba a mover y a vibrar con cada golpeteo de los de afuera.
Rápidamente los niños subieron las escaleras preocupándose de hacerlo con rapidez pero ya obviando el silencio y el cuidado con que lo hacían siempre.
Se encerraron en el cuarto y tomaron cada quien una raqueta de tenis empuñando como si fuese el arma más letal, se enfilaron hacia la puerta del dormitorio y estuvieron en pose de ataque durante horas hasta que el sueño los venció. Los ruidos se seguían oyendo fuera de la casa pero ellos ya estaban demasiado cansados y se dejaron llevar por su necesidad de dormir.
Pasó la noche y al día siguiente Gus se dio cuenta de que su hermano no estaba a su lado. Abrió la puerta del cuarto y lo buscó en la planta alta sin éxito, bajó corriendo las escaleras pero se detuvo al ver la puerta abierta, cautelosamente dio un paso más hacia abajo y se logró asomar hacia afuera de su casa, distinguió la pequeña silueta de Javi parado en el pórtico tambaleándose lentamente como si fuera a caerse de un momento a otro.
Cuando se decidía a dar un paso más hacia abajo pudo notar un nota tirada en el suelo que decía con grandes y mal escritas letras "Perdón Gus pero le tengo que abrir a papá".
Antes de que Gus diera un paso más abajo llamó tenuemente a su hermano - Javi... Javi... - continuó subiendo la voz poco a poco sin obtener respuesta de su hermano, - ¡Javi! - gritó.
En ese momento Javi volteó y sin dar mucho espacio a que Gus pudiera correr hacia arriba se le abalanzó y con un certero mordisco en el cuello mató a su hermano para continuar engullendo su cuerpo mientras más cuerpos se acercaban al lugar para compartir esa comida.
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