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La Fotografía



Desperté sin ganas de enfrentarme al nuevo día, sobre todo después de lo ocurrido la noche anterior...
Eran aproximadamente las diez de la noche, la verdad es que era uno de esos días en que la temperatura era lo bastante amable para realizar cualquier actividad al aire libre, a pesar de ser pleno invierno; pero yo decidí refugiarme entre las 4 paredes de mi pequeño departamento, a pesar de las varias llamadas de mis amigos que usualmente a estas horas suelen llamar para salir, como casi todos los viernes, a estas horas estaríamos en algún bar observando el partido en turno y hablando de todo y nada; y aunque no fuera con ellos, otras veces estaría yo solo bebiendo tranquilamente y pensando no se en que tanta sarta de tonterías que vienen a mi mente constantemente.

Cuando me disponía a recostarme en la cama para ver algún programa de televisión que se me antojara y que gracias a las nuevas tecnologías como internet que me permitía descubrir esas series que en su tiempo no pude ver o no me llamaron lo suficiente la atención, pero que con el paso del tiempo ahora me tenían enganchadísimo, y aunado a la ausencia de comerciales, pues era la pura vida. Encendí mi lujosa pantalla gigante, aún no daba el paso a la generación de las de alta definición así que lo que yo tengo no es más que un gigantesco armatoste que ocupa casi un octavo del espacio del que dispongo, pero bueno al ser de lo poco de gran valor monetario con lo que cuento pues debo presumirlo; tenía ya un tazón bastante grande lleno con dos paquetes de palomitas sabor mantequilla, un tarro cervecero que en esta ocasión la oscuridad no era producida por alguna bebida de cebada de colores no tan claros sino por un refresco de los llamados lite con una gran cantidad de hielo; ambas cosas las coloqué en el buró que está a un lado de la cabecera de la cama. Me senté en el filo frontal de ésta mientras recorría con torpeza el menú buscando seleccionar lo que iba a ver.

En ese momento lo escuché, ¡¡¡bang!!!, un solitario disparo rompía el silencio casi sepulcral de la noche en una sinfonía formada solamente de un sonido en un mar de pausas, inmediatamente y más por inercia, instinto o en realidad no se por que, pero lo hice, bajé el volumen del televisor y digo que fue algo automático porque al estar en la pantalla de menú de selección pues no había sonido alguno emanando de las bocinas ya algo malsonantes de tanto uso que habían tenido en su vida con su dueño anterior y ahora conmigo. Después de eso me quedé paralizado en el exacto mismo lugar en la orilla de la cama, sentía que comenzaba a calar en mis muslos el resorte deforme que había en esa zona víctima del constante peso que debía de soportar cada que me sentaba a quitarme los zapatos o ver un rato de televisión; un  travieso y electrizante escalofrío recorría vertebra a vertebra mi gigantesca espalda y poco agraciada espalda, mi respiración se transformó en pocos segundos de inhalaciones y espiraciones relajadas a tener la irregularidad y rapidez de alguien que intenta alcanzar a un atleta corriendo cuando en realidad toda su vida ha sido un sedentario de los mejores, sentía ese nervio de que algo podía o estaba a punto de pasar, pero, nada pasó.

No tengo idea de cuanto tiempo estuve inmóvil, pero cuando al fin comencé a reaccionar sentía una gran tensión en todos los músculos de mi cuerpo por el estrés, pero más bien parecía que un auto me había pasado por encima; no sé por que me afectó esa situación en tan desmedidos niveles, al fin y al cabo había sido solo un disparo y en esta ciudad la verdad es que es tan común como que llegue la noche, y eso lo podemos constatar cada mañana al ver cualquier noticiero o leer el periódico del día, mas si son publicaciones algo sensacionalistas, pero había algo algo en esta ocasión, sentía esa gran tensión y comenzaba a sentir un ardor algo inusual en la parte alta del pecho casi rozando la clavícula, no tenía idea si habrá sido el que estuviese en un estado previo de relajación y el abrumador y sordo sonido llegó tan estrepitosamente y de imprevisto me sobresaltó de tal manera que me pasó esto o habrá sido algún sentimiento o fuerza sobrenatural lo que me paralizaba, no lo se.

En fin después de des entumir mis articulaciones y solo después del clásico tronido de mi rodilla, me dispuse a ir hacia la ventana cual señora chismosa que muestra sus mejores atributos de espionaje al mirar a través del cristal, agarré la esquina de la toalla que tenía por cortina y jalé un poco, pero antes de poder abrir un espacio suficiente para distinguir algo en las afueras tocaron a mi puerta y mi sangre se heló; pero se me ocurrió que podría ser alguno de mis vecinos o un oficial que estuviese cuestionando acerca del sonido como disparo que se había escuchado, o preguntar si había sucedido algo que tuviésemos conocimiento o que quisiéramos informar.

Me dirigí a la puerta y al momento de abrir descubrí que no había nadie parado fuera de mi "depa", solo había un papel bastante liso y con algunas marcas de agua en lo que se podía observar, por lo que supuse era el reverso de una fotografía, este papel tenía algo raro y que llamaba la atención, era un hoyo justamente en lo que a ojo nombré como el centro de ésta. Levanté la fotografía y miré la imagen que mostraba en su parte frontal, era algo borrosa pero bien se distinguía una la silueta de una persona de pié frente a otra que se localizaba tirada en suelo con uno de sus brazos extendidos hacia arriba en señal de defensa, la silueta que se encontraba de pié le señalaba o a apuntaba con lo que bien podría ser un arma o su dedo; no se distinguía adecuadamente eso, en parte por lo movido de la imagen y por que se situaba muy cerca del agujero de la imagen.

Miré hacia ambos lados del corredor para ver si había alguien que hubiese dejado tirada la imagen que recién había llegado hasta mis manos, o que tal vez me pudiese decir si vio algo o a alguien caminando por ahí, y que por error o algún descuido haya dejado caer este posible recuerdo.

Al no observar una sola alma en los alrededores o señal alguna de movimiento decidí entrar de nuevo, cerrando detrás con los 4 candado que espero cuando sean necesarios puedan desanimar a alguien que sintiese deseo de irrumpir en mi hogar. Me senté en el sillón reclinable, que en realidad y siendo honestos es el único sillón que tengo; miré la imagen, no podía alejar la vista mientras trataba de adivinar que es lo que pudiese estar pasando en esa escena y sobre todo la situación a la que había sido expuesta para ganarse ese adorno hueco del que hacia gala al tenerlo tan centrado. En fin me quedé dormido en el sillón con la foto colgando de mis dedos que casi llegaron a rozar el frío suelo al caer rendido en los brazos de morfeo, dejando de lado todos los planes de ver la televisión y comer palomitas hasta saciarme. La verdad es que fue algo raro el sentir esa pesadez que sentí en esos momentos después de que tenía tantos ánimos para desvelarme; pero bueno, ahí quedé.

Cuando amaneció y ya era hora de que me levantara, solo pude pensar en lo difícil que se estaba tornando el hacerlo; pero ni hablar.
-Levántate- decía constantemente una voz interior, no estoy seguro si era mi propia voz o alguna parecida. Me lavé la cara para terminar de amanecer, pero a pesar de ya estar de pié, no se me quitaba del todo el desánimo que tengo desde que logré abrir los ojos al comienzo de mi día. Me dirigí al baño para asearme y arreglarme con el firme propósito de salir a vagar un rato por las calles del centro de la ciudad y tomar un café tranquilamente, mientras escuchaba música desde los auriculares conectados a mi celular, privándome de todo; con el firme propósito de tratar de animarme el rato. Ya vestido, solo faltaban algunos detalles para poder comenzar mi camino, solo tomé las llaves, cartera, celular y audífonos, y al tomar todo eso, ahí estaba en el suelo, la fotografía; así que la recogí y la guardé sin pensarlo mucho ni preocuparme por su integridad en el bolsillo trasero del pantalón que quedaba libre; y me puse en marcha.

Salí del edificio casi al ser las 3 de la tarde, el sol calentaba y provocaba la típica sensación de que la piel del rostro se rompería en pedacitos cual tierra desértica, a pesar de eso el aire era bastante fresco; ya saben la típica combinación de condiciones metereológicas idóneas para enfermarse de gripe. Comencé a caminar por la acera del edificio donde vivo y al llegar al callejón que conecta una acera con la de la otra manzana, pensé que sería conveniente cortar el camino por ahí; no sería la primera vez que lo hacía aunque no era mi ruta preferida a pesar de ser la más corta.
Comencé a recorrer el oscuro y bastante maloliente camino, y como era usual comencé a sentir algo de asco, creo yo que se justifica debido a que no solo están los contenedores de la basura del edificio sino que a veces vacían en ellos los desechos de un restaurante que maneja muchos cortes de carne descomunales, y las sobras de esas comidas que una vez fueron delicias ahora son las que más provocan esa peste a muerto.

Por fin llegué al otro lado de la manzana y comenzaba a sentir otra vez el reseco aire y el calor de la luz del sol, di un respiro hondo y cuando me aprestaba a continuar con la caminata sentí un tirón que me jalaba hacia atrás dirigiéndome de nuevo a la oscuridad y podredumbre del callejón.

Inmediatamente caí al suelo de espaldas y pude ver una figura que sacaba lo que ahora se era una pistola de su cinturón, no podía distinguir bien las cosas, no enfocaba, era como ver la fotografía en la realidad; el tipo me dijo con su voz aguardientosa y bastante enfadada -¡la foto!, ¡¿tienes la foto?!-; lentamente introduje mi mano izquierda en el bolsillo trasero del mismo lado de mi pantalón y saqué la imagen; alargué mi tembloroso y adolorido brazo hacia la misteriosa silueta y se la mostré. En ese momento mi corazón latía tan rápido que tan solo de la tensión de la situación sentía que no iba a salir bien librado de este problema.

-¡Es tuya!; ¡tómala!- le dije ya algo desesperado y con la intención de que me dejara en paz. En ese momento el individuo miró la imagen y con una voz apacible pero con un dejo de sarcasmo me contestó - No. Más bien es tuya... tu apareces en ella- ni bien terminó de decirlo cuando ya estaba accionando el arma de fuego, la bala atravesó la imagen con una exactitud milimétrica por el mismo lugar que ya tenía agujerado, entrando también en mi cuerpo a la altura de la clavícula... Y la vista se me nubló totalmente mientras escuchaba los lentos pasos que se alejaban de mi.

-A final de cuentas era mi fotografía, ¿lo puede creer?- le digo al médico que me está atendiendo en estos momentos de la, a final de cuentas, poco mortal pero muy dolorosa herida que adquirí el día de hoy. -¡Vaya!, es una interesante historia... pero dígame ¿Quisiera ver esta otra fotografía?- dijo con la misma voz que escuché en el callejón.



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